Un intercambiador de calor es un sistema que permite transferir calor de un fluido a otro sin que entren en contacto directo. Esto se logra mediante superficies metálicas o tubos a través de los cuales circulan los fluidos. Uno cede calor mientras el otro lo absorbe, manteniendo sus propiedades intactas y permitiendo un proceso eficiente y seguro.

Los más habituales son los intercambiadores de placas, de carcasa y tubos, de espiral, y de aletas. Cada tipo se adapta a diferentes necesidades: los de placas para espacios compactos y mantenimiento fácil; los de carcasa y tubos para altas presiones y temperaturas; y los de espiral o aletas para usos específicos con fluidos difíciles o alta eficiencia térmica.

Estos equipos están presentes en la industria química, alimentaria, farmacéutica, energética, naval y HVAC (calefacción, ventilación y aire acondicionado). Permiten desde el enfriamiento de aceites industriales, la pasteurización de alimentos, hasta el aprovechamiento de energía residual en sistemas térmicos complejos.

Dependiendo del tipo de fluido y las condiciones del proceso, se emplean materiales como acero inoxidable, acero al carbono, cobre, níquel y aleaciones especiales. Estos materiales garantizan resistencia a la corrosión, altas presiones y temperaturas extremas, según la aplicación concreta.

El mantenimiento incluye limpieza periódica de los canales de paso, revisión de juntas y conexiones, pruebas de estanqueidad y control de incrustaciones o corrosión. Un buen programa de mantenimiento evita pérdidas de eficiencia, alarga la vida útil del equipo y previene fallos que puedan parar la producción.